lunes, 24 de junio de 2024

Borrador para cuando pueda ordenar mejor mis pensamientos.

Sí, suelo sentirme sola. Es complicado. En el presente siento que ya tengo varias personas de confianza o un par de lugares seguros. Valoro mucho su presencia en mi vida. 

Toda mi infancia me sentí sola. Era hija única, padres usualmente ocupados y viví mucho rechazo de parte de las personas que tenían mi edad. Crecí añorando amistades como las que veía en televisión. Añoraba sentir complicidad, seguridad y pertenencia. Ahora creo que confundía a esas cualidades como la cura a la soledad.

Luego crecí y comenzaron las relaciones de pareja. Un par de veces llegué a sentir como si hubiera encontrado mi lugar. Mi hogar o algo así. Por un momento dejé de sentirme sola. Sentía que pertenecía. Eventualmente me di cuenta de que eso era solo una ilusión.  Ese vacío y esa soledad que sentía venían de mi misma, de alguna manera yo los creé y por lo mismo no podían ser llenados, ni sustituidos por nadie más. Era algo que yo tenía que "arreglar". 

Cuando estuve muy deprimida, sentía que esa soledad se alimentaba de mi, no sé cómo explicarlo de otra manera. Realmente no estaba 'sola', afortunadamente tenía apoyo, pero desde mi interior no podía sentirlos. 

Cuando empecé a salir de todo eso, me fui a vivir sola. Irónicamente fue de las etapas en mi vida donde menos sola me sentí, no al principio. Me sentía libre y comencé a disfrutar muchísimo de mi compañía. Las posibilidades eran infinitas. Incluso la compañía de otros era más disfrutable que antes, pero nunca la necesité. Aunque mentiría si no admito que tuve momentos en los que ansiaba muchísimo más que antes tener contacto humano. Sé que suena contradictorio, no lo es tanto, pero no entraré en detalles. La verdad es que los momentos que me dejé llevar por esa ansiedad no tomé muy buenas decisiones.

El año pasado me sentía sola. Tenía amigos, tenía una pareja, tenía hobbies y distracciones en general. Recuerdo que me sentía sola porque muchas cosas se sentían muy abrumadoras y no podía sola con ellas, pero la verdad es que tampoco eran mis responsabilidades. Me removí de esas situaciones y me volví a sentir ligera.

Este año de nuevo volví a sentirme sola. Muy sola. Me obligué a salir, a socializar, a salir de mi zona de confort. Buscaba personas con quienes intercambiar ideas, afinidades, simple compañía a ratos, pero volví a caer en esa pesada sensación de no pertenecer a ningún lugar. "¿Qué sentido tiene buscar y buscar si de cualquier forma yo nunca voy a pertenecer a ningún lado? Seguro me voy a quedar sola toda mi vida" pensaba mucho eso. 

Las cosas han variado mucho sólo en este año; me acerqué más a viejos amigos, conocí a una persona que me hizo sentir enamorada otra vez, sigo buscando nuevas o retomando viejas actividades que sé que me hacen sentir bien. Me he sentido estable. Aún así, hace unos días me sentí muy sola. Todo se volvió a sentir muy abrumador. Sólo sentía miedo, preocupación y sentía como si fuera una certeza que mi futuro sería estar sola toda mi vida. Al día siguiente se me pasó.

Creo que el intento de conclusión a la que puedo llegar después de hacer este repaso exprés de los últimos años y leer a algunos desconocidos, es que en muchos casos nos sentimos solos porque así es la realidad. Estamos solos. Vivimos en nuestro interior e intentamos compartirnos y recibir lo que nos llega del exterior, pero nadie más puede vivir aquí dentro con nosotros.
Creo que experimentamos la soledad dependiendo de qué tanto estemos conectando tanto con nosotros como con nuestro exterior y los que nos rodean. Porque esa es otra cosa que olvidé mencionar arriba, desconectarse de uno mismo también se siente increíblemente solitario. Quisiera saber explicarme mejor. 
Supongo que he aprendido que la compañía de otras personas no me hará sentir menos sola, pero disfrutar de la mía tiene más posibilidades.

jueves, 20 de junio de 2024

Caminar sin muletas

 Junio 01, 2024.

Hoy es un día importante para mi.

Comencé a tomar medicamentos psiquiátricos desde que tenía 15 años. Los dejé. De nuevo a los 17, los dejé. A los 18 la variedad aumentó. Muchas pruebas, tratamientos inconclusos, poca mejoría.
Después de 5 años en tratamiento continuo, bien llevado y que sí funcionó, hoy es mi primer día sin el. 

Cuando tomé la decisión de dejarlo, lo hice con mucho miedo. La verdad es que llegué a pensar que mi cerebro no podría funcionar bien sin el. Y no es que crea que necesitarlo me habría hecho menos de ninguna manera, pero sí implica cierto tipo de duelo saber que dependes de algo más todos los días para funcionar.

Me había resignado.

Al principio me decían que eran como muletas. Me ayudarían a sanar con menos dolor mientras pasaba por el proceso terapéutico.
El tiempo siguió pasando y dejó de sentirse algo temporal. El año pasado viví una pérdida importante y me sentía un poco entumecida. Era como si no alcanzara a conectarme con todas las sensaciones existiendo en mi interior. De por sí en mi normalidad me resulta difícil nombrarlas, pero eso había llegado a otro nivel. Decidí que por lo menos tenía que deshacerme de las barreras sintéticas. 

Conozco a muchas personas que rechazan la idea de tomar medicamentos. Lo ven como algo innecesario, algo que puede hacer más daño o que puede llegar a automatizarte de tal manera que pierdas por completo tu esencia. La verdad comprendo cada una de esas ideas, pero basándome solo en mi experiencia, puedo decir que sí y no a todo. ¿Era innecesario? Supongo que pude salir de donde estaba sin esa ayuda, sí, pero tal vez me habría tomado el triple de tiempo y energía. En el mejor de los casos.
También provocaron cambios en la forma natural de funcionar de mi cuerpo, pero nada grave, a veces molesto, a veces irrelevante. En el pasado llegué a tomar medicamentos que sí me hicieron daño. Es molesto sentirse el experimento de alguien más para ver qué funciona y qué no. Pero cuando algo por fin funcionó, no podía creer la ligereza que sentía. En lugar de haber cientos de voces (mías) gritándome al mismo tiempo, solo podía percibir susurros. Un día desperté y había silencio. Podía pensar más claramente, podía existir sin sentir que cada respiro era una tortura que oprimía más y más mi pecho hasta asfixiarme a lo largo del día.
El año pasado me cambiaron algunas cosas y sí, me sentí perdida. Casi desconectada de mi misma. Sentía que vivía mi duelo en pausas, a medias. 

Dejar un tratamiento así toma más tiempo del que esperaba. Yo pensaba que en un mes sería libre. Tuvieron que pasar 4 meses.
Dejando de lado los efectos secundarios físicos (vivir mareada y con dolores de cabeza muy extraños), creo que me sentí bien la mayor parte del tiempo.
Esperaba una montaña rusa de emociones, llorar todo el día, estar irritable. Lo que pensaba que era mi normalidad hace años. Esperaba (sin quererlo) que todo se fuera al carajo y me diera cuenta de que los tendría que tomar para siempre.
Esperaba una tormenta en medio del mar y solo encontré calma. Viento suave y gentil.
Me di cuenta de que yo me construí esa paz. Se volvió casi tangible todo ese trabajo interno.
Me sentí orgullosa de mi. Eso es algo que no me ocurre mucho.

Sigo aprendiendo mucho más de mi y sigo buscando cómo mantener esa tranquilidad a la que, en algún momento, pensé que nunca llegaría.
Ya no me siento entumecida. Ahora siento una gran variedad de cosas y estoy disfrutando cada una de ellas.
Me siento agradecida de haber podido llevar un tratamiento que me funcionara, pero con muchísimo gusto le digo adiós. Ojalá para siempre.

domingo, 19 de mayo de 2024

Invencible

Últimamente me siento invencible. Me lo cumplí: No más contención. 

¿Caí en un extremo? No. Todavía no. Pero hoy sí me invadieron las dudas. 

Tengo días diciéndome que puedo superar cualquier cosa. Cualquier rechazo. Nada puede romper mi corazón de manera irreparable. Soy más fuerte que nunca.

¿Lo soy? Hoy volví a dudarlo. 

¿Qué tal que esta sensación de ser inquebrantable es solo eso y no mi realidad?

Podría ser solo una buena semana, con más energía de lo normal para lidiar con la existencia. 

Me olvidé del movimiento del péndulo.

...

Pude sentir mis cuartos latiendo en mi interior.

Rojo. Bailaba en el cuarto rojo. 

Existen las personas que prefieren no tener, para no arriesgarse a perder y existen las personas que prefieren perder, pero haber tenido. He sido ambas. Hoy soy la segunda. 

Por supuesto que tengo miedo de perder. Pánico. Pero cada día estoy más cerca de mi muerte.

Soy una persona que sabe estar sola. He aprendido a disfrutarlo.

Solo quiero cerca a quienes me quieran cerca.

El rechazo siempre me duele. Podría decir que es mi fibra sensible, pero nunca me ha vencido. Por eso sé que pase lo que pase estaré bien. 

viernes, 3 de mayo de 2024

Es muy raro tener esta edad.

Se siente el peso del tiempo. La fecha límite. Es difícil disfrutar el día a día con eso en mente. No puedo vivir cada día como si fuera el último. No sé cómo hacerlo sin sentir que pierdo el tiempo en ese día en particular.

martes, 30 de abril de 2024

El juicio.

Me estoy sintiendo asfixiada por ti. 

Tengo años queriendo crear cosas, pero nada te parece suficiente, suficientemente bueno, o suficientemente importante para existir.

No solo eres duro conmigo, a veces también eres cruel. Vives comparándome con personas cuya vida no tiene nada que ver con la mía y que tienen años practicando. No puedo ser tan buena como ellos en mi primer intento y tú ni siquiera aprecias la parte del intento. 

Pareciera que no quieres que me anime a hacer nada porque siempre insistes en lo poco probable que es que algo me quede bien. Insistes que no he visto todas las posibilidades y que la primera idea es mediocre, una tontería.

Me tienes harta. Odio como logras congelarme y hacerme dudar de mi misma.

viernes, 15 de marzo de 2024

2024

Este año he sido más valiente y me lo quiero reconocer. 

Busco un año de primeras veces.

Me di cuenta de que exponerse de una forma tan consciente al rechazo tiene su encanto. La posibilidad de un sí es muy emocionante, la posibilidad de un no es solo regresar a donde estaba con un poco más de experiencia. Estoy aprendiendo a separarme de lo que no es personal y no me pertenece. También que hacer las cosas con miedo es mejor que no hacerlas. 

Últimamente despierto con lagrimas en mis ojos, aunque tengo meses sin poder llorar.
Será mi anhelo por conexión o simplemente ya no poder despertar junto a mi gato. Como sea, este año dejaré de ser una persona en contención. Toca reconciliarme con mis emociones y dejar de disculparme por sentir.

Me emociona volver a conocerme.

Conocerme es difícil, lo sé. Barreras de desconfianza, de ansiedad, inseguridad. Toma tiempo. Estoy muy agradecida con las personas que me han tenido paciencia y se siguen tomando el tiempo de saber un poco más de mi mundo interno.

 
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